Free CursorsMyspace LayoutsMyspace Comments
El rincón de la igualdad: Cuentos
La escuela es el primer lugar donde ocurren los cambios que experimentan los niños, es donde se vive la primera experiencia de adaptación a una nueva cultura y donde se recibe la aceptación o no de su especificidad. Es también donde el niño sufre las primeras contradicciones entre su propia cultura y la mayoritaria que representa la escuela. Aquí se produce la primera sensación de ser diferente.


La Educación Intercultural debe trabajarse con los alumnos de infantil aprovechando cualquier actividad, para desarrollar en la medida de lo posible, contenidos que propicien la creación de lazos entre las distintas culturas.







Cuentos

Las columnas de la tierra

Érase una vez un niño que siempre trataba a su madre con gritos e insultos, sin importarle lo mucho que esto la entristecía. Un día, sin saber cómo, despertó en un lugar inmenso y solitario, sentado sobre una roca de la que surgían cuatro columnas que parecían sustentar el mundo entero. Estaba allí solo, cuando al poco vio llegar una inmensa bandada de cuervos con picos de metal que se lanzaron contra la roca, picoteándola con fuerza. Cuando volvió a estar sólo, misteriosamente se abrió una puerta en una de las columnas, y de ella salió una niña simpática y preciosa.
-¿Has venido a ayudarnos? ¡qué bien! nos hace falta toda la gente posible.
El niño no comprendía, y viendo su extrañeza, la niña le explicó.
-¿Así que no sabes dónde estás? Esto es el centro de la tierra, estas columnas lo sujetan todo, y la piedra sobre la que estás las mantiene unidas
-¿Y a qué queréis que os ayude?- dijo el niño extrañado.
- Pues a cuidar la piedra, claro. Se te ve en la cara que eres la persona ideal-respondió la niña-.Los pájaros que has visto son cada vez más numerosos, y si no cuidamos esta piedra un día se romperá y todo se vendrá abajo.
- ¿Que se me ve en la cara?-exclamó el niño sorprendido-¡Pero si nunca he cuidado una piedra!
- Pero aprenderás a hacerlo, igual que hasta ahora no lo has hecho. Toma, mírate en este espejo- respondió la niña mientras le ponía un espejo frente a la cara.
Entonces el niño se vio reflejado, y pudo ver claramente cómo su rostro parecía el de un pájaro, y su nariz comenzaba a estar metalizada. Quedó allí parado, asustado y preocupado, sin decir palabra.
- Todos esos pájaros fueron niños como tú y como yo-explicó la niña-pero ellos decidieron no cuidar este lugar. Ahora que son mayores, se han convertido en pájaros malvados que sólo lo destruyen. Hasta ahora, tú no has hecho mucho por cuidarlo, pero ahora que ya lo sabes, ¿me ayudarás a conservar todo esto? - dijo con una sonrisa mientras le tendía la mano.
El niño no terminaba de comprender todo aquello, pero entonces, al mirar de cerca las columnas, vió que cada una estaba hecha de miles y miles de figuritas representado los grandes valores: sinceridad, esfuerzo, honradez, generosidad.... Y al acercarse al suelo, comprobó que la enorme roca estaba formada por las diminutas historias de niños respetando a sus madres, abuelos, hermanos, ancianos... sobre la que los cuervos trataban de grabar escenas de gritos e insultos. Y junto a sus pies, pudo ver su propio dibujo, el de la última vez que había gritado a su madre. Aquella imagen, en aquel extraño lugar, le hizo ver que era el respeto lo que mantenía unidas las columnas de los valores que sostienen el mundo.
El niño, arrepentido, permaneció allí cuidando la roca durante días y días, con alegría y buenas obras, reponiendo el daño que causaba cada aparición de los pájaros, sin llegar a dormir un minuto. Así estuvo hasta que, agotado por el esfuerzo, cayó rendido.
Al despertar, volvía a estar en su casa, y no sabía si todo aquello había sido un sueño; pero de lo que sí estaba seguro, era de que ningún cuervo volvería a grabar un dibujo suyo gritando a su madre.


El monstruo escondido en el armario


Había un niño que tenía mucho miedo de dormir a oscuras, porque pensaba que la habitación se llenaría de monstruos. Pero llegó un día en que era tan mayor que ya no podía dormir con luz.
Esa noche estaba muerto de miedo, pensando en los monstruos; tanto, que fue a su armario por una linterna. Pero al abrir la puerta, se encontró un monstruo frente a frente, y dió el grito más grande del mundo. Entonces el monstruo dio un paso atrás, agarró sus pelos de colores con sus tentáculos y ... ¡se puso a llorar! y lloró tanto y tanto tiempo que al niño se le pasaron el susto y el miedo. Como pudo calmó al monstruo y empezó a hablar con él, preguntándole por qué lloraba y qué hacía allí. El monstruo le contó que vivía en el armario, pero que casi nunca salía de allí por miedo al niño. Cuando le preguntó por qué, resultó que la cara del niño le parecía lo más horrible que había visto nunca, con ojos, orejas y nariz. Lo mismo pensaba el niño del monstruo, que tenía una enorme cabeza llena de bocas y pelo. Hablaron tanto que se hicieron bastante amigos, y entonces comprendieron que ambos tenían miedo de lo mismo: aquello que no conocían. Para no tener miedo, ¡sólo tenían que conocer a los demás!. Así que juntos fueron por el mundo viendo leones, tigres, cocodrilos, dragones... y a todos los conocían primero, y a todos los convertían en sus amigos sin sentir miedo alguno.
Y aunque sus papás están contentos porque piensan que su hijo ya es mayor para pensar que los monstruos existen, lo que de verdad ocurre es que el niño habla y se hace amigo de todas las criaturas que visitan de noche su habitación

 

Los duendes malvados


Había una vez un grupo de duendes malvados en un bosque, que dedicaban gran parte de su tiempo a burlarse de un pobre viejecito que ya casi no podía moverse, ni ver, ni oir, sin respetar ni su persona ni su edad.
La situación llegó a tal extremo, que el Gran Mago decidió darles una lección, y con un conjuro, sucedió que desde ese momento, cada insulto contra el anciano mejoraba eso mismo en él, y lo empeoraba en el duende que insultaba, pero sin que los duendes se dieran cuenta de ello. Así, cuanto más llamaban "viejo tonto" al anciano, más joven y lúcido se volvía éste, al tiempo que el duende envejecía y se hacía más tonto. Y con el paso del tiempo, aquellos malvados duendes fueron convirtiéndose en seres horriblemente feos, tontos y torpes sin siquiera saberlo. Finalmente el mago permitió a los duendes ver su verdadero aspecto, y éstos comprobaron aterrados que se habían convertido en las horribles criaturas que hoy conocemos como trolls.
Y tan ocupados como estaban faltando al respeto del anciano, no fueron capaces de descubrir que eran sus propias acciones las que les estaban convirtiendo en unos monstruos, hasta que ya fue demasiado tarde

Enlace

No hay comentarios:

Publicar un comentario